Vivir en plenitud con la Gestalt:
Fritz Perls afirmaba que el objetivo de la Gestalt es “vivir en plenitud”. Esto implica tomar conciencia de quiénes somos, saber qué es lo que necesitamos y darnos permiso para obtenerlo.
La Gestalt sostiene que para lograr esta vida plena es necesario tener en cuenta tres aspectos: el mental, el emocional y el corporal.
La plenitud mental se alcanza cuando estamos enfocados en el presente, ya que no hay otro momento en el que se puedan tomar decisiones. A menudo creemos que vivimos en el presente, pero la verdad es que la mente constantemente genera películas imaginarias que nos llevan al pasado o al futuro, generando miedos, inseguridades, sufrimiento y preocupaciones.
En algún lugar leí que los orientales describían la mente occidental como un caballo desbocado que corre sin parar, yendo en todas direcciones pero sin un rumbo claro y nunca llegando a un buen puerto. La Gestalt ofrece una serie de técnicas con el objetivo de calmar esta mente desbocada y devolverla al momento presente, el único lugar donde se puede vivir y realizar cambios significativos.
Por ejemplo, cierra los ojos y dedica unos minutos a prestar atención a tu respiración.
¿Te resulta fácil o tu atención se desvía hacia los pensamientos? Simplemente date cuenta sin inquietarte, e intenta mantener la atención en la respiración todo el tiempo que puedas. Verás cómo la mente se va calmando.
La plenitud emocional implica tomar conciencia de lo que sentimos y poder expresarlo. Las emociones son muy importantes para los seres humanos, nos proporcionan información sobre nuestro estado. La alegría nos informa sobre lo que nos gusta y la dirección en la que queremos ir. La rabia nos dice lo que no nos gusta y nos ayuda a establecer límites. El miedo nos indica que hay un peligro del que sería bueno protegernos. La tristeza nos ayuda a aceptar las pérdidas de la vida y dejarlas ir. Y así sucesivamente.
Es muy importante, por lo tanto, ir tomando conciencia de lo que vamos sintiendo. El problema es que desde que nacemos nos han dicho que hay emociones que podemos sentir y emociones que no. Esto nos dificulta enormemente saber realmente qué queremos y qué no.
La segunda dificultad es su expresión. A veces sabemos lo que sentimos pero se nos ha restringido su expresión. ¿Cuántas veces se les dice a los niños “no llores” o “no te enfades”? Crecemos con el miedo al rechazo por mostrar lo que nos sucede.
La Gestalt nos enseña a sentir y expresar las emociones para que todo lo que pase dentro de nosotros salga a la luz y podamos tomar mejores decisiones.
Cierra los ojos unos minutos y date cuenta si eres consciente de las cuatro emociones básicas. ¿Sientes alegría? ¿Rabia? ¿Sientes miedo? ¿Tristeza? Observa cuáles son fáciles de sentir y cuáles difíciles. Dale espacio a cada una de ellas.
La plenitud corporal implica la regulación organísmica, que significa sentir las sensaciones del cuerpo y permitir el movimiento espontáneo. En general, el ser humano occidental vive desconectado del cuerpo, siendo solo una cabeza parlante. Si no escuchamos al cuerpo, no sabremos qué sensaciones hay en él. No sabremos si estamos cansados, tensos, si tenemos sueño o hambre, y no podremos darle lo que necesita.
La Gestalt cuenta con un conjunto de técnicas corporales que permiten escucharlo y liberar el movimiento con mayor libertad. Por ejemplo, prueba durante unos minutos dejar que el cuerpo se mueva como quiera, sin restricciones ni dirección. Simplemente sé testigo de los movimientos que hace.
La Gestalt nos aporta una mayor autenticidad, libertad y salud que hace que la vida tenga sentido y valga la pena. Mejora las relaciones humanas y nos lleva a la realización personal. Recursos fundamentales para vivir en plenitud.
Iolanda Bertran
Psicóloga – Terapeuta Gestalt – Consteladora Familiar – Tutora de la formación de Gestalt en el Vallès